BAILO

El municipio más meridional de la Jacetania, situado a los pies de la sierra de San Juan de la Peña, se encuentra a 610 m de altitud. Sus pedanías son: Arrés, Larués, Arbués, Alastuey, Paternoy

La historia de Bailo es la historia del Bailés, su comarca natural, y también su territorio histórico, al menos desde el siglo X, cuando se nombra por primera vez como un distrito unitario, cuyos habitantes están unidos por lazos de confraternidad geográfica y vecinal.

Este antiguo territorio coincide aproximadamente con el actual término municipal, integrando el somontano occidental de la sierra de San Juan de la Peña, en la vertiente meridional del río Aragón (Bailo, Larués, Arrés, Alastuey y Arbués) y una parte del valle del río Asabón (Paternoy, Especiello, Gabás, Huértalo, Pequera, Nueveciercos, Chas y Villamuerta).

Se sitúa en el extremo occidental de la Jacetania, en la ribera meridional de la Canal de Berdún y a caballo de las sierras prepirenaicas; limitando con la comarca de las Cinco Villas.

Su localización fronteriza en distintas etapas de la historia ha determinado su peculiaridad como lugar de paso obligado, como puente entre pueblos y culturas, aunque también como barrera militar y como territorio fortificado. Por ello, la importancia patrimonial de la zona se basa en los numerosos caminos históricos y castillos documentados en las fuentes escritas. También en los monasterios, palacios y equipamientos productivos y de servicio (molinos, almazaras, hornos, fuentes, hospitales, etc.) de los que restan vestigios arquitectónicos, arqueológicos o noticias documentales.

Geográficamente, el municipio se estructura en dos partes claramente diferenciadas: la que pertenece a la cuenca del río Aragón (el Bailés en sentido restrictivo) y la que ocupa parte de la cuenca del río Asabón. En la divisoria entre ambas vertientes, se encuentra el Cerro de las Colladas ( 1181 m) y el Castiel Mayor (1111), atravesado por el actual puerto de Santa Bárbara (864).

Su relieve alterna montes y hondonadas, irrigados por manantiales y barrancos, y genera un paisaje que ha sido modelado por la mano del hombre al menos durante los últimos dos mil años.

Hace unos mil años, este territorio alcanzó su máxima ocupación y colonización, roturando campos de cultivo, aterrazando laderas, desecando lagunas y creando huertos. En aquel entonces, para optimizar la explotación agro-ganadera de la tierra y de los pastos
y montes, surgieron no sólo los núcleos de población que perviven en la actualidad (Bailo, Larués, Arrés, Alastuey, Arbués y Paternoy), sino decenas de pequeñas aldeas y pardinas que fueron despoblándose a lo largo de la época medieval y moderna.